Imagen de un cementerio

Este tiempo de cuarentena nos ha traído tantas nuevas experiencias de vida, nos ha obligado a cambiar de perspectiva, de hábitos y costumbres; Así las clases se salieron del aula a la casa, las oficinas se trastearon a nuestras salas, los abrazos y los besos se transformaron en saludos con los codos incluso los más creativos ya tienen originales coreografías de saludos, y, los encuentros o reuniones familiares donde podíamos ver nuestros rostros fueron reemplazados por la pantalla de algún dispositivo.

En este tiempo algo que me ha pesado en el corazón, que con el paso de los días se ha encrudecido en nuestra ciudad, es la MUERTE, siempre este ha sido un tema que toma muchas fibras en los corazones, humanamente sé que es difícil despedirnos de una persona a la que hemos querido, no estamos preparados para afrontar el duelo y el vacío que deja en nuestras vidas; pero espiritualmente, me alegra saber que es algo temporal, que la muerte es sólo el fin de la vida en la tierra, que es el comienzo de nueva vida eterna junto a CRISTO, me consuela pensar en que en otro momento podré reunirme de nuevo con las personas que he querido.

Esta semana tuve que despedirme de alguien cercano, de una persona que no es de mi familia, pero que cuando la conocí me apoyó y ayudó como si lo fuera y les voy a decir que enterarme, quien me comunicó la noticia fue su hija menor, y lo primero que vino a mí fue esa HUMANIDAD, pensé en lo difícil que era no alcanzar a despedirme, pensé en como en este tiempo no iba a poder darle a su familia un abrazo de consuelo, en expresarles la gratitud que sentía por ella, pero ver tan triste a su hija me hizo reflexionar ¿Quién era yo para poner sal en su herida?, ¿Es acaso eso a lo que el Señor me había llevado?

Pareja abrazándose

Ella me mencionó, como hubiera querido poder darle ese último abrazo a su mamá.

Entonces lo entendí, y le dije: No te preocupes, esta es solo una despedida temporal, ya tendremos la oportunidad de darle muchos más abrazos en el cielo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, me sonrió, la distancia no nos permitía un abrazo, pero hubo un silencio que fue consuelo, por fin me contesto: Es cierto, ya tendré la oportunidad de darle muchos más abrazos.

Pudimos orar por la fortaleza para para toda la familia y nuestra llamada finalizó.

La biblia dice en Salmos 48:14, “Pues así es Dios. Él es nuestro Dios por siempre y para siempre, y nos guiará hasta el día de nuestra muerte.” (NTV) es una de las referencias que más me agradan, me demuestran que Dios siempre ha tenido el control y que nada se le escapa … pero me preguntó ¿puede alguien que no ha entregado su vida al Señor, llegar a una vida eterna con él?, tenemos una responsabilidad tan grande en las manos, en Mateo 28: 18 – 20 lo dice “Jesús se acercó y dijo a sus discípulos: «Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos.” (NTV).

Como hijos de Dios tenemos la obligación de hablar a los demás de Cristo, de mostrar el amor que nos ha tenido y como nos ha transformado ese amor, de enseñarles que más allá de la muerte también existe la vida eterna que Dios está esperando compartir ese momento con nosotros, y de nosotros depende que cuando alguien a quien queremos deba dejar este mundo, sea solo una despedida temporal y podamos tener la esperanza del reencuentro.

Mujer orando

Luisa Salgar, Ministerio de Audiovisuales.

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